Alejandro Marchesan es Director
del Centro de Entrenamiento Ontológico y Profesional (CEOP), Licenciado en
ciencias Sociales y Humanidades y es Coach en diferentes áreas.
Citas de Radio, el programa que se
emite de martes a jueves en la tarde de FM City, conversó con el sobre esta
incipiente disciplina que es el coaching.
¿Qué significa ser un coach
ontológico?
El coach es un entrenador y la
ontología es una parte de la filosofía que se permite preguntarse y reflexionar
acerca del ser humano. El coach
ontológico es un entrenador en el ser y en el hacer humano. Busca la
integración entre el ser humano y el hacer de las personas. El coaching
ontológico es una práctica nueva en el mundo, tendrá unos 30 o 35 años y unos
20 años en el país.
¿Por qué crees que tenemos un
desgarro social?
Me gusta la metáfora del desgarro
porque, a diferencia de la enfermedad diagnosticada, permite pensar en una
recuperación. Los indicadores sociales
de que estamos en una sociedad violenta tienen que ver con el bullying, con la
inseguridad, con los linchamientos, con la falta de palabra, con no poder
confiar entre nosotros. Tenemos una crisis de relación que se refleja en una
falta de interés en cosas tan básicas como la comunicación interpersonal.
La recomposición de ese tejido
¿tiene que surgir de la sociedad misma o desde los lugares de liderazgo?
En una familia, donde hay un padre
y una madre, donde hay alguien que tomó la responsabilidad de construir esa
familia, el tema del liderazgo es fundamental. Cuando pensamos en una sociedad
o en un país, los dirigentes, los líderes, los políticos, los empresarios
tienen una responsabilidad que está por encima de la sociedad. Eso no quiere
decir que la sociedad no pueda hacer movimientos basados en el capital social,
que alerte y que pueda abrir canales de conversación, pero la responsabilidad
de esta interpretación tiene que ver con los líderes.
¿Qué incidencia tiene la
comunicación?
Haciendo una suerte de
reduccionismo, creo que por la comunicación pasa todo. Uno de los grandes temas
que tenemos como sociedad es que no nos animamos a hacer un alto para
reflexionar y lograr la recuperación del
músculo social. Y el músculo más lastimado es la manera en la que nos estamos comunicando. Nos encontramos frente
a una invalidación del otro, donde la diversidad no es un recurso que nos ayuda
a construir sino una adversidad o una obstrucción. Nos encontramos ante la
oportunidad de repensar la manera en que nos estamos comunicando y, desde ese
lugar, recuperar gran parte del tejido social. Es fundamental reconstruir ese
diálogo donde el que piensa diferente no es el enemigo sino que es alguien que
me puede dar algo que yo no tengo.
El juego de este tiempo ya no sería
tener la razón, ¿cuál sería el juego de este tiempo?
La razón es un juego del siglo XIX
y el siglo XX, donde el conocimiento era clave. Hoy el conocimiento es
herramienta, no esencia. Creo que el juego al cual estamos invitados hoy es el
de la relación. Y desde esa relación hay una posibilidad, hay un mundo
diferente.
El futuro diferente está a una
conversación de distancia. A los argentinos nos está costando esta
conversación. Por eso los líderes tenemos que hacer un esfuerzo deliberado para
encontrar esa conversación. Hoy tenemos líderes que todavía dejan mucha marca
en la gente en lugar de dejar huella para la gente. Los líderes de este tiempo
necesitamos comprometernos con construir huellas y no dejar más marcas.
Algunos medios y líderes manejan
un posicionamiento binario, de confrontación permanente. Hoy
hacen falta competencias para
gestionar en un mundo cromático, donde no todo es blanco y negro. El
rompimiento entre el siglo XX y el siglo XXI ha sido tan grande en todos los
campos, que los líderes necesitan hacer un alto y reposicionarse. Aquellos que
logran reposicionarse marcan una diferencia enorme. Porque la diferencia la
siguen marcando los diferentes. Y en este siglo XXI que recién empieza
necesitamos poder tomar distancia y ser una posibilidad para regenerar ese
tejido social que se ha desgarrado.
¿Cómo se hace para educar a los
chicos en la cultura del diálogo siendo esto algo que nos cuesta tanto como
sociedad?
En 1987, un biólogo chileno
llamado Humberto Maturana planteó que la educación de Chile no les servía a los
chilenos porque buscaba corregir el ser de las personas en lugar de corregir el
hacer de las personas.
Es necesario valorar, respetar y
revalidar el ser para poder trabajar con el hacer. Hoy existe un aparato
educativo que ya no sirve para las demandas del presente. Los procesos
educativos de las instituciones no se han renovado. Tenemos alumnos del siglo
XXI, con docentes del siglo XX en instituciones del siglo XIX. Mafalda dice que
una cosa es educar y otra cosa es enseñar. Para enseñar hace falta saber y para
educar hace falta ser. Y el ser tiene que ver con escuchar al otro, con ver
cuál es su experiencia, cuál es la integración entre lo que hace y el ser
humano que es. Nos encontramos ante una oportunidad magnífica para realizar un
giro en la conceptualización de cómo educamos.
Es necesario no declinar en esa
búsqueda de una estrategia compartida. La estrategia de la no estrategia es la
fragmentación. Cuando no tenemos una estrategia compartida, entonces cada
persona y cada organización va a buscar su propia estrategia. A mí me gustaría
empezar a escuchar a hablar del país del año 2030, con una visión compartida,
una estrategia compartida. Y si bien es cierto que existen dificultades en el
diálogo, cuando existe un compromiso se ordenan las acciones detrás de ese
compromiso, y en algún momento da fruto. Es dificultoso, pero es posible.
¿Crees que los grandes sectores
de la economía presentan propuestas o motivaciones para desarrollar un modelo
de país?
El sector agropecuario es el que
más lo ha hecho gracias a la territorialidad y la ramificación que le permiten
pensarlo de esta manera. Organizaciones como AACREA o APRESID plantean un
diseño de futuro. En el ámbito industrial y de otros sectores económicos
existen inquietudes pero un poco más explicativas donde se escuchan muchos diagnósticos
de la situación pero no se presentan modelos alternativos. Frente a esto es
necesario pensar en el liderazgo. No un liderazgo mesiánico, paternalista o
autoritario. Es necesario un liderazgo de servicio, que piense más en el común
denominador del valor agregado a la sociedad que en el propio. Si se conjuga un
ambiente con visión de futuro y un liderazgo de servicio, el cambio es posible.
Alejandro Marchesan, en su carrera
profesional diserta en varios lugares del país. Se ofrece también venir a
Pehuajó y organizar una jornada de trabajo de coaching.